En Fun4House entendemos que un berrinche no es un desafío personal hacia ti ni un “mal comportamiento” que haya que apagar de inmediato. Es una reacción emocional intensa que aparece cuando tu hijo se siente frustrado, cansado, sobreestimulado o necesita algo que aún no sabe expresar. Desde la filosofía CRECE y el enfoque Reggio Emilia, lo vemos como una oportunidad para acompañar y enseñar habilidades de autorregulación, no como un momento para imponer silencio.
En esos instantes, tu hijo necesita sentir que estás disponible para él, incluso cuando no estás de acuerdo con lo que quiere. La forma en que respondes le enseña más que cualquier regaño. Hablarle con calma, poner palabras a lo que siente y ofrecer opciones claras le ayuda a entender que las emociones son parte de la vida y que hay maneras seguras de transitarlas.
Aquí tienes cinco frases que puedes usar para ayudarlo a volver a la calma:
- “Entiendo que estás enojado. Estoy aquí contigo.”
Validar su emoción es el primer paso para que se sienta seguro. No lo apresures a dejar de llorar. Acompáñalo con tu presencia y tu tono de voz, mostrándole que lo aceptas incluso en su malestar. - “Veo que quieres seguir jugando, pero ahora es hora de comer.”
Reconocer lo que él desea y, al mismo tiempo, marcar el límite con afecto le enseña que las reglas existen y que se pueden comunicar sin dureza. - “Vamos a respirar juntos para sentirnos mejor.”
Ofrecer una acción concreta le da una herramienta real para manejar su emoción. Puedes guiarlo con respiraciones profundas o usar un objeto que le guste, como una botella de la calma. - “¿Quieres un abrazo o prefieres estar un momento solo?”
Darle opciones le devuelve sensación de control y fomenta autonomía emocional. Algunos niños necesitan contacto físico, otros prefieren espacio antes de hablar. - “Estoy escuchando lo que me dices, cuéntame más.”
Abrir la puerta al diálogo refuerza la confianza. Incluso si no logra explicar mucho, sabe que su voz tiene un lugar y que será escuchada sin juicio.
Estas frases funcionan porque combinan tres elementos clave: un vínculo amoroso; la creación de un ambiente facilitador para la identificación, la validación de las emociones y presencia de límites claros, firmes, contenedores y con sentido.No son fórmulas mágicas, sino recordatorios para actuar desde la empatía y no desde la reacción impulsiva. En Reggio Emilia hablamos de “escucha activa” como herramienta pedagógica: prestar atención genuina para comprender, no solo para responder.
La próxima vez que tu hijo tenga un berrinche, respira tú primero. Baja tu tono de voz, ponte a su altura, abraza a tu hijo con la voz, con tu gesto, con tu actitud corporal; recíbele lo que él no puede gestionar, sosténlo, piensa de que te habla y devuélvele en un lenguaje amoroso, un lenguaje de las emociones, eso que siente y necesita ayuda para ser nombrado, comprendido y transformado en algo diferente a la pataleta o acciones sin sentido, que lo desgastan.
En tu casa, ¿qué palabras o gestos te han ayudado a acompañar un momento difícil sin gritos? Comparte tus experiencias para que juntos sigamos construyendo una comunidad de crianza respetuosa y consciente.