Cuando tienes un hijo pequeño, cada día trae una nueva pregunta: ¿lo estoy haciendo bien?, ¿cómo ayudo a mi hijo a expresar lo que siente sin perder la calma?, ¿es normal que se frustre tanto? Si estas dudas te suenan familiares, no estás solo. Criar a un ser humano en sus primeros años es un reto enorme, pero también una oportunidad hermosa para sembrar herramientas que le servirán toda la vida. En Fun4House lo sabemos, y por eso acompañamos a las familias desde el corazón, con una filosofía que pone al niño en el centro y confía en sus capacidades y potencial emocional.
Hoy te compartimos algunas claves para cultivar y fortalecer las habilidades socioemocionales de tu hijo desde la crianza respetuosa, inspiradas en los principios Fun4house y el enfoque Reggio Emilia.
1. Escucha lo que no se dice
Antes de hablar, los niños se expresan con gestos, gritos, miradas. Un berrinche no es solo un berrinche: es una emoción intensa que aún no saben regular. Cuando un niño explota, tu primer reflejo no tiene que ser corregir, sino comprender qué necesita. ¿Está cansado? ¿Confundido? ¿Se siente solo?
En lugar de evitar que tu hijo(a) exprese sus emociones, a través del llanto, “no llores”, intenta acercarte, abrazalo con la palabra, con tu postura corporal y expresale:: “Entiendo que estás enojado. Estoy contigo. Respiremos juntos”. La calma que tú transmites es la que tu hijo aprende a construir por dentro. Esa es la base de la autogestión emocional.
2. Nombrar las emociones es enseñar a vivirlas
Los niños no nacen identificando, conociendo y comprendiendo lo que sienten. Cuando el miedo, la tristeza, los celos y la frustración habitan en ellos, somos nosotros, los adultos, quienes debemos brindarles el lenguaje de las emociones. Les proporcionamos palabras, expresiones y actitudes que les ayudan a identificar y comprender no solo lo que les sucede, sino también cómo transformar y dar sentido a esas emociones que les abruman.
En Fun4House, nuestros rincones son espacios de encuentro donde el arte, el juego y el movimiento se convierten en recursos para comprender al otro; evaluamos lo que ocurre, identificamos y comprendemos las emociones, y propiciamos experiencias que fomentan la imaginación moral, fortaleciendo así nuestros motivos éticos. Extendemos la compasión ante el dolor ajeno y, con cada propuesta provocadora, favorecemos un diálogo entre emociones y principios. Aquí, no existen emociones “buenas” o “malas”; todos tenemos derecho a ser escuchados desde nuestro sentir.
¿Y qué ocurre en el rincón de casa? A partir de situaciones conflictivas, como un berrinche o una pataleta, es vital reconocer que en el entorno familiar las interacciones también están mediadas por emociones y saberes. Estas pueden ser pensadas, mejoradas y transformadas mediante la creación de espacios que – desde la reflexión sobre las emociones e interacciones que acontecen en el entorno familiar, brinde a los niños y a las niñas un apoyo afectivo para afrontar la emergencia de emociones que los agobia como el miedo, la tristeza, los celos por ejemplo, y se facilite formas de relacionarnos desde el cuidado y la protección.
La construcción colectiva de lenguajes comunes y el desarrollo de habilidades socioemocionales que favorecen la salud mental, velan por el bienestar emocional de los pequeños y de todos los miembros del grupo familiar. En otras palabras, el diálogo, la escucha, la identificación, validación y contención de emociones que el niño no tolera, les equipa desde temprana edad con herramientas para lidiar con sus emociones, pensar críticamente sobre la realidad y encontrar formas de cambiarla y transformarla para ser empáticos, respetuosos de las diferencias y compasivos.
3. Cuidar no es controlar, es acompañar. Crianza basada en el respeto: Acompañando el proceso único de cada niño
En un enfoque de crianza fundamentado en el respeto, los adultos no estamos aquí para moldear al niño a nuestra imagen, sino para acompañarlo en su proceso único de descubrimiento y crecimiento. Esto implica confiar plenamente: confiar en que tu hijo sabe lo que necesita explorar, cuándo requiere consuelo y cuándo está listo para intentarlo por sí mismo. Mientras que la sobreprotección puede apagar la curiosidad, la confianza la enciende.
Las familias tienen la tarea hermosa de desarrollar las capacidades infantiles, fomentar una personalidad fuerte y cultivar el respeto y la tolerancia hacia las diferencias. En Fun4House, apoyamos este viaje, acompañando a familias, padres y cuidadores a cada paso. Creemos que el cuidado se entiende como un acto de apoyo fundamental en el desarrollo emocional del niño.
Nuestro objetivo es crear un “espacio potencial” donde los niños puedan explorar su mundo interno y externo con seguridad y confianza. Este espacio se construye a través de relaciones de confianza, donde los adultos están presentes de forma amorosa, ofreciendo acompañamiento y facilitando un entorno propicio para el crecimiento.
La calidad del cuidado que se brinda en la infancia fundamenta la salud mental, estableciendo vínculos seguros. Es nuestra responsabilidad como adultos no controlar ni imponer, sino proporcionar un apoyo constante que permita a los niños enfrentar sus propias emociones y desarrollar sus habilidades para relacionarse con los demás.
A través de la “sintonía emocional” entre padres e hijos, podemos ayudar a los niños en la identificación y expresión de sus sentimientos, lo que facilita su autoconocimiento y la empatía. En Fun4House, enfatizamos la importancia del bienestar emocional, convencidos de que la educación indispensablemente necesita integrar el desarrollo de las emociones para formar ciudadanos empáticos y colaborativos.
La filosofía de Reggio Emilia se alinea perfectamente con nuestra visión, promoviendo una educación que favorezca la exploración, el diálogo y la colaboración. En lugar de un enfoque controlador, buscamos un ambiente facilitador donde los niños sean protagonistas de su propio aprendizaje, acompañados por adultos que les ofrecen apoyo, experiencias emocionales de aprendizaje y propuestas provocadoras en un ambiente amoroso, y respetuoso que promueve el desarrollo de sus capacidades, su potencial creativo y emocional.
Las familias tienen una responsabilidad respetuosa y amorosa que va más allá de la simple supervisión. Al proporcionar un entorno rico en oportunidades para el juego, la expresión y la interacción, crean las condiciones necesarias para que los niños crezcan saludables y fortalecidos.
Cuidar no significa controlar, sino ser una parte integral del descubrimiento y la construcción de su identidad y bienestar emocional.
En la filosofía de Reggio Emilia, afirmamos que los niños poseen “cien lenguajes” para expresar su mundo: no solo a través de la palabra, sino también mediante el dibujo, el juego, el movimiento y la invención. Nuestro papel como adultos es observar y permitir que esos lenguajes fluyan sin interrupciones. Deja que pinten con las manos, que jueguen con agua y que construyan torres a su manera. La libertad de explorar es la semilla de la autoestima.
4. El ambiente también educa
¿Tu casa tiene un espacio donde tu hijo pueda crear, jugar o calmarse sin depender siempre del adulto? En Fun4House creemos que el entorno es el tercer maestro. En la creación de esos espacios ten presente:
- Generar y facilitar un “espacio potencial” en el que los niños puedan explorar su mundo de forma segura. Este espacio se construye mediante un entorno que les permite jugar y experimentar sin intervenciones constantes de los adultos. La clave es crear un rincón donde los niños tengan acceso a materiales reciclables, colores accesibles, libros visibles y música suave, que inviten a momentos de calma, juego libre y expresión emocional.
- Tener presente que el ambiente juega un papel fundamental en la formación del bienestar emocional y la salud mental infantil. Un entorno rico, provocador y estimulante ayuda a los niños a procesar sus emociones y desarrollar su identidad. Así, proporcionar un espacio donde puedan interactuar con su creatividad y emociones, sin la presión de la sobreprotección, les permite explorar su universo interno y externo.
- Considerar que la calidad del entorno influye en la formación de vínculos seguros. Un ambiente seguro, donde los niños se sientan libres para explorar, contribuye a su desarrollo emocional y social. La relación entre el adulto y el niño necesita estar marcada por la sintonía emocional, lo que significa que el ambiente adecuado facilita esta conexión, permitiendo que los niños se expresen y se conozcan mejor a sí mismos.
Desde nuestro enfoque, sostenemos que la educación debe incorporar dimensiones emocionales. Crear espacios que inviten a explorar y sentir con seguridad promueve no solo la curiosidad, sino también el desarrollo de la empatía, la compasión, el respeto por la diferencia, el pensamiento crítico y ético.
Finalmente, la filosofía de Reggio Emilia resuena profundamente con todas estas ideas, defendiendo que los niños son protagonistas de su propio aprendizaje y que un ambiente facilitador para CRECER en las habilidades socioemocionales de manera integral, bien diseñado es crucial para su desarrollo. En lugar de depender del adulto en todo momento, un espejo a su altura, por ejemplo, puede facilitar la invitación al autoconocimiento, y su curiosidad puede ser alimentada por entornos que fomenten la exploración libre.
Recuerda que el entorno debe ser un espacio que fomente la creatividad y la imaginación, esenciales para el desarrollo integral del niño. No es necesario realizar grandes compras; a menudo, una simple caja de cartón puede convertirse en un mundo lleno de posibilidades.Un espejo a su altura, una invitación al autoconocimiento. La clave es diseñar espacios que inviten a explorar y sentir con seguridad.
Un rincón con un toldo, unos cojines; materiales reciclables, colores accesibles, libros visibles y música suave puede invitar a momentos de calma, juego libre o expresión emocional. No necesitas grandes compras.
En Fun4House, creemos que no necesitamos grandes inversiones para diseñar estos espacios significativos; lo esencial es entender que un ambiente que respeta y potencia la autonomía del niño, educa y enriquece su experiencia de vida. Al ofrecerles la libertad de crear, jugar y calmarse, les proporcionamos la base para un desarrollo saludable y enriquecedor.
5. Valida primero, guía después.
Es natural desear que nuestros hijos sean amables, generosos y respetuosos. Sin embargo, los aprendizajes emocionales no se imponen; su desarrollo comienza con la validación. La comprensión y la aceptación de las emociones son fundamentales para el crecimiento del niño. Cuando un adulto reconoce el enojo de un niño, diciendo: “Entiendo que querías ese juguete y por eso te enojaste”, está creando un “espacio potencial” donde el niño se siente seguro para experimentar sus emociones sin temor al juicio.
La importancia de la validación emocional, implica que las emociones no deben ser desestimadas, sino que requieren ser entendidas y aceptadas. Validar no significa ceder, sino proporcionar una contención emocional que permite al niño procesar sus emociones y sentimientos antes de orientarlo hacia nuevas formas de comportamiento.
Un niño que siente que su mundo emocional es reconocido está más dispuesto a abrirse a la guía de los adultos. Un ambiente donde se valida la experiencia emocional del niño favorece un apego seguro, la base para la confianza y la comunicación. Desde allí, el niño puede estar receptivo a aprender diferentes formas de relacionarse, como sugerir “¿quieres que le pidamos turnos?”.
En este orden de ideas la “sintonía emocional” entre el adulto y el niño es esencial.
Validar primero las emociones del niño crea una conexión empática, permitiendo que luego se sienta motivado a explorar nuevas conductas. Al reconocer sus sentimientos, se construye un puente hacia la interiorización con sentido de habilidades sociales, transformando la frustración en oportunidades de aprendizaje y colaboración.
Ten en cuenta que el entorno emocional debe estar diseñado para fomentar la creatividad y la autoexpresión. Al validar las emociones, se crea un entorno seguro y enriquecedor en el que el niño puede aprender a gestionar sus emociones y sentimientos; a relacionarse con los demás de manera saludable.
Desde nuestra perspectiva filosófica, subrayamos que reconocer el mundo emocional del niño es crucial para cultivar habilidades socioemocionales. Validar no solo es un acto de empatía, sino también una base para el desarrollo de la ética y la compasión en el futuro.
Acorde con la filosofía de Reggio Emilia, Fun4house refuerza la importancia de la validación en el proceso educativo. Reconocer lo que el niño siente es esencial antes de guiarlo hacia un comportamiento socialmente aceptable. Este enfoque visibiliza al niño como protagonista de su propio aprendizaje, alentando su curiosidad y su capacidad de reflexionar sobre su propia experiencia emocional en un ambiente que propicia la exploración y el diálogo.
Así, en Fun4House, creemos que validar primero y guiar después es fundamental para formar individuos que no solo entienden sus emociones, sino que también aprenden a relacionarse de manera amable y respetuosa con los demás. Este enfoque fomenta un desarrollo emocional saludable y una convivencia armónica.
¿Cómo lo vives tú?
En Fun4House, criamos desde el amor y el respeto porque estamos convencidos de que un niño que se siente escuchado, valorado y libre de expresarse, es un niño que crece en paz.
¿Qué estrategias utilizas en casa para acompañar las emociones de tu hijo? ¿Tienes un rincón de la calma o cuentas con estrategias o herramientas para acompañar a tu hijo a gestionar sus emociones y juntos ser parte de una comunidad emocional de aprendizaje como Fun4house?
Te invitamos a compartir tus experiencias en los comentarios o a difundir este artículo con otras familias que están transitando por este camino. Juntos, nuestra comunidad crece y se fortalece al acompañarnos mutuamente.
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